jueves, 28 de junio de 2007

Caída del cabello: no hay tratamiento que valga








Cerca de la mitad de la población masculina en edad adulta sufre problemas de caída del cabello o calvicie. Para muchas personas es un serio hándicap, que merma su autoestima. Esta preocupación alienta un floreciente mercado donde tienen cabida todo tipo de productos: champús, lociones, ampollas, pastillas, etc., que pretenden ser capaces de frenar la caída del cabello o de hacer renacer el pelo perdido. Según se desprende de la encuesta realizada por la OCU, estos métodos se sustentan en promesas vanas y falsas expectativas.

Una encuesta europea
Las conclusiones a las que llega OCU Salud vienen del análisis estadístico de las más de 13.500 respuestas que se han obtenido de los encuestados: varones entre 20 y 64 años de España, Bélgica, Italia y Portugal.
Casi la mitad de esos hombres dice tener problemas de caída del cabello, y 4 de cada 10 encuestados consideran que es la herencia genética la responsable de su situación, aunque también son muchos los que culpan de su calvicie a otros factores, como el estrés.

Objetivo: frenar la caída
· Un 54% de los encuestados han seguido un tratamiento. Los hombres que empiezan a sufrir más pronto la caída del cabello son los más proclives a iniciar un tratamiento: recurren a ellos el 64% de los que presentan una calvicie antes de los 20 años, pero el porcentaje se reduce al 27% cuando la pérdida empieza a manifestarse en torno a la cincuentena.
· Casi una cuarta parte de los hombres con problemas de calvicie decide iniciar el tratamiento por su cuenta, sin más. Los que buscan consejo profesional suelen acudir al peluquero (asesora a 1 de cada 5 españoles), al dermatólogo o al farmacéutico.
· La mayoría de los que inician un tratamiento lo hace con muchas esperanzas, sobre todo en lo que se refiere a frenar la caída. Sin embargo, se hacen menos ilusiones sobre la posibilidad de recuperarlo o de que vuelva a crecer cabello nuevo.

Demasiadas expectativas... El 74% de los usuarios confía en obtener buenos o muy buenos resultados con la finasterida, y algo similar sucede con los tratamientos a base de minoxidil. Obviamente, tantas expectativas están íntimamente ligadas a las promesas efectuadas: más de una tercera parte de los usuarios dicen que les dieron garantías de éxito en relación a la disminución de la caída, y 1 de cada 5 hombres nos cuenta que le aseguraron que le nacerían cabellos nuevos. Y según se desprende de la encuesta, son los centros de belleza y estética y quienes aplican terapias alternativas los que más promesas hacen, ofreciendo garantías de éxito a sus clientes. Aunque más comedidos, los dermatólogos, los farmacéuticos y los médicos de familia hacen concebir demasiadas esperanzas a casi un 30% de sus clientes.

... que resultan defraudadas En la práctica, lamentablemente, esas esperanzas se ven frustradas. La satisfacción general con los distintos tratamientos deja mucho que desear: en concreto el minoxidil es el que más decepciona a sus seguidores. En el extremo opuesto, los tratamientos de finasterida y, sobre todo la adaptación de los hábitos de vida, que no sólo pasa por comer y descansar mejor, sino también por aprender a aceptar esa calvicie como algo natural.
· 4 de cada 10 españoles encuestados desisten antes de acabar el tratamiento. Y la mayor parte de ellos lo hace porque no están satisfechos con los resultados. El elevado coste, la duración o complicación del tratamiento son otras razones apuntadas para desistir. De todos los métodos y sistemas para detener la calvicie, el que registra una menor tasa de incumplimiento es la adaptación de los hábitos y costumbres: posiblemente influya en que la persona se sienta mejor y ayude a mantener esta “terapia”.
· Algo más del 6% de los que habían seguido un tratamiento contra la caída del cabello refiere haber sufrido algún tipo de efecto secundario: los implantes y transplantes capilares son los sistemas que resultan más susceptibles de ocasionar estos efectos indeseables.
· Y además, los tratamientos cuestan bastante dinero: los españoles se gastan en tratamientos anticaída, al mes, de media, una cantidad que oscila entre los poco más de 26 euros de los suplementos alimentarios, a los más de 52 euros de los estimuladores mecánicos del cuero cabelludo.

No hay tratamiento que valga Según constata la OCU, hoy por hoy, no hay una solución definitiva para evitar la caída del cabello... pero eso no impide que proliferen todo tipo de productos y sistemas que pretenden lograrlo y que suscitan unas expectativas que no pueden cumplir. No se puede evitar que los consumidores pierdan el pelo, pero sí que se lo tomen. Para ello, la OCU insta:
- A las autoridades competentes en materia de comercio, sanidad y consumo a que ejerzan un mayor control de la publicidad de estos productos y tratamientos.
- A los profesionales de este ámbito (médicos, farmacéuticos, pero también peluqueros, esteticistas...) a que desempeñen bien su papel, informando a los usuarios de las posibilidades reales de éxito y las exigencias y coste de cada tratamiento.
- A los consumidores afectados a que intenten aceptar la imagen que les devuelve el espejo: se sentirán mejor, y no gastarán tiempo, esfuerzo y dinero en la infructuosa tarea de recuperar el cabello perdido.

miércoles, 27 de junio de 2007

¿Por qué se cae el cabello?

Sólo aquel que pierde el cabello advierte que el problema excede a la mera preocupación estética y repercute sobre la propia autoestima. Aunque a la hora de buscar “culpables” de la caída capilar, el principal pareciera ser el árbol genealógico: el 95-99% de los casos en hombres puede atribuirse a la llamada alopecía androgenética o hereditaria, el mismo fenómeno responsable de la prominente calvicie de los padres, tíos o abuelos. “Puede empezar a cualquier edad, incluso en la adolescencia”, informa el Centro de Información de Caída del Cabello de Estados Unidos y Canadá. A los 30 años afecta a un tercio de los hombres, y a los 50 a la mitad. Suele comenzar en las zonas laterales, cerca de la parte frontal, o bien irradiar hacia atrás desde la parte superior de la cabeza.

El cirujano plástico argentino Nicolás Lusicic, especialista en restauración capilar, señala que en la alopecia de causa hereditaria confluyen la acción de las hormonas masculinas -andrógenos- y un territorio capilar predispuesto por designios del ADN. “Los andrógenos aceleran la caída sólo de aquellos cabellos que están genéticamente destinados”, destaca. Esta circunstancia es irreversible (viene codificada en el patrón hereditario de cada persona) y no se evita mejorando la irrigación de la zona ni usando suplementos con vitaminas o aminoácidos. “Una vez que el pelo se cayó, no hay manera de que se vuelva a generar un bulbo”, agrega Lusicic, quien es miembro de la World Hair Society y dirige el Instituto Hair Recovery Argentina de microtransplante capilar, en Buenos Aires.

Un enemigo interior

El proceso hereditario de caída del cabello se dispara y propaga en forma lenta y sostenida, aunque los pacientes sólo lo advierten cuando el debilitamiento capilar es manifiesto. “Me di cuenta que el peluquero tardaba cada vez menos en cortarme el pelo”, comenta Sergio B., un empleado bancario de 33 años.

Bajo la lupa, la historia comienza antes. Las hormonas masculinas actúan fundamentalmente sobre aquellos folículos o raíces que -en la porción superior o lateral de la cabeza, en personas con antecedentes familiares- tienen mayor cantidad de receptores específicos al DHT. Según informa el dermatólogo australiano Rodney Sinclair en el “British Medical Journal”, el DHT es un derivado activo de la testosterona que favorece la fase de caída del cabello (telofase) en desmedro de la de crecimiento (anafase). La sustancia se transforma así en un verdadero enemigo interior de la imagen, implacable, y sobre el que pretenden actuar con éxito variable algunos medicamentos contra la alopecía.

En las mujeres, este tipo de calvicie puede verificarse cuando hay severas fluctuaciones hormonales: al comenzar o interrumpir el uso de anticonceptivos, al inicio del embarazo después del parto, o durante el climaterio.

El rol del estrés y otras causas posibles

Si la alopecía androgenética es la principal causa de caída del cabello, sobre todo entre los hombres, hay otros factores que también pueden desencadenar el proceso.

Así, hay ciertos medicamentos -antitumorales, derivados de la vitamina A, etc.- que pueden promover la caída parcial o total del cabello, aunque el problema se revierte una vez suspendido el tratamiento.

La alopecía areata es una pérdida repentina y localizada del cabello de causa desconocida, que a veces puede involucrar todo el cuerpo (alopecía universal). Salvo en este último caso, el pelo suele volver a crecer al cabo de algunos meses.

¿Y qué hay del estrés? Los especialistas aseguran que, en estos casos, la caída se manifiesta de forma rápida y en forma de “medallón”. “Su recuperación es natural y no requiere de tratamiento alguno”, destaca la cirujana argentina Alejandra Susacasa, especialista en medicina estética y coordinadora de Hair Recovery.

Las quemaduras o lesiones graves también pueden dejar una cicatriz en la que no crece el cabello, aunque ahora hay técnicas quirúrgicas modernas que permiten cubrir el área afectada.